Efesios 4.1-4
“… Ruego que anden como es digno de la vocación con que fueron llamados, con humildad y mansedumbre, soportándose con paciencia en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fueron también llamados en una misma esperanza de su vocación”.
Dios nos creó con la necesidad de relacionarnos con Él y con los demás. Cuando no lo hacemos, sufrimos el malestar emocional de la soledad. En su Palabra, el Señor nos asegura su presencia constante.
Dice en Deuteronomio 31.6 “Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará”.
Otra manera en que el Padre satisface nuestra necesidad de compañía es mediante la Iglesia. Cuando ponemos nuestra fe en Cristo como Salvador, nos convertimos en uno, no solo con Él, sino también con los demás creyentes.
La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, y uno de sus propósitos es satisfacer nuestra necesidad de conexión con las personas. Un cuerpo espiritual funciona de manera similar al cuerpo humano, en que las partes son tanto independientes como interdependientes, y cada una necesita de las otras para funcionar bien.
Para estar sanos espiritual y emocionalmente, todos necesitamos el apoyo de nuestros hermanos en Cristo.
En su carta a la iglesia en Éfeso, Pablo enfatizó las cualidades que hacen posible la sanidad espiritual. Estas son: humildad, mansedumbre, paciencia, tolerancia y amor. También exhorta a los creyentes a aceptarse unos a otros (Rom. 15.7).
Si te sientes solo, ¡acércate a Dios y a su pueblo, para que disfrutes el aliento que Él te puede dar!
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda
Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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