Todo alfarero decide, de acuerdo con su experiencia y el objetivo que busca, usar el barro, como él entiende que tenga que hacerlo. ¡Que eso nunca se te olvide!
Todos nuestros rasgos de identificación los otorgó Dios. Él fue el Alfarero perfecto. ¡NO olvidó ni un solo detalle! Formó cada elemento, desde el más complejo hasta el más sencillo, y nos dio su imagen, de manera única.
Su labor realizada en cada uno tuvo el deseo de que fuéramos reflejo de su imagen, aun a pesar de las grandes diferencias, en cualquier sentido o circunstancia. ¡Aceptar las diferencias de los demás es glorificar a Dios!
Eso, es parte de lo que significa honrar a Dios y estar enfocado en Cristo. Lo cual debe guiarnos a modificar la manera en que pensemos acerca de las personas que no son como nosotros.
¿Te han hecho sentir mal y diferente alguna vez? ¡Suelta esos sentimientos! Recuerda que todos somos únicos, y desiguales.
La palabra de Dios nos invita a no tener más alto concepto de nosotros, que el que debemos, también a pensar con cordura (Rom. 12:3).
Recuerda NO altercar con Dios y que todos somos diferentes, pero que el Alfarero, el Dios Todopoderoso, es uno solo. ¡Glorifícale!
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
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