Romanos 3.21-24
“Aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.
Hasta que no veamos el pecado como lo ve Dios, será difícil entender lo que sucedió en la crucifixión de Cristo. Dios es santo y justo, y la Biblia nos dice que su respuesta al pecado es ira y castigo (Romanos 1.18; 6.23). No obstante, Él ama a los pecadores y quiere reconciliarse con ellos. La cruz fue la respuesta perfecta a ese terrible dilema. Fue el lugar donde la ira y el amor de Dios se encontraron.
La única manera de rescatar la humanidad del castigo eterno era un plan mediante el cual el Señor pudiera perdonar los pecados sin comprometer su santidad. Su ira tenía que ser derramada sobre un sustituto adecuado, el perfecto Hijo de Dios.
Cristo sufrió la ira de su Padre por nosotros en la cruz. El pecado fue castigado, la justicia divina fue satisfecha, y Dios pudo perdonar a los pecadores, todo de acuerdo con su naturaleza.
Nunca seremos capaces de entender todo lo que sucedió mientras Jesucristo moría en la cruz. Aunque podemos comprender hasta cierto punto el sufrimiento físico que padeció, Cristo soportó mucho más: la ira misma de Dios. Este costoso plan de redención demuestra el gran amor del Padre por todos nosotros.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina Ventura
(Referencia: En.Contacto)
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