Salmos 7.11-15 “Dios es juez justo, y está airado contra el impío todos los
días. Si no se arrepiente, Él afilará su espada; armado tiene ya su arco, y lo
ha preparado. Asimismo ha preparado armas de muerte, y ha labrado saetas
ardientes. He aquí, el impío concibió maldad, se preñó de iniquidad, y dio a luz engaño. Pozo ha cavado, y lo ha ahondado; y en el hoyo que hizo caerá”.
Hay quienes se cuestionan cómo es posible
que Dios permita X cosas. Yo me
pregunto: ¿cómo se sienten ustedes cuando
sus derechos son ultrajados, tirados por el suelo, o cuando alguien hace lo
contrario a lo ordenado? ¡Me encantaría escuchar respuestas!
Cuando el castigo es al otro, porque nos dañó a nosotros: Qué bien. La
justicia debe actuar. Se le debe acabar su relajo. No merece perdón… Bla bla
bla. Ahora bien, si somos nosotros los
que dañamos: Me equivoqué, fue un error, perdónenme, tengan misericordia; y, por ahí Maria se va… ¡Qué bueno es así! Para el otro,
piedra y para mí, rosas… Cuánta farsa. Comencemos a tener conciencia de que
donde existe la verdadera justicia, y se implementa como es debida, el que es culpable, será culpable; y el que
es inocente, podrá gozarse en su inocencia.
Eso hace
exactamente Dios: no da por inocente al
culpable, ni ningún inocente será condenado. Cada quien recibirá su paga de
acuerdo a lo sembrado. Así que si sembraste limones, ¡no esperes que la
justicia divina y justa de Dios te dará fresas!
Dios
es el único juez verdadero, y, por ser justo, está airado contra el que comete impiedad. Todo pecador y/o malvado, de no arrepentirse, estará afilando cuchillo
para su degüelle.
Ocurre
muchas veces que los que más claman por justicia de Dios, son los que menos deberían. Qué error tan colosal están cometiendo. ¡Si Dios les pagara de acuerdo a su vida pecaminosa y perversa!,
hace rato que hubieran sido desarraigados de esta tierra.
Continuaremos…
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
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