Tu Palabra Sabia de Hoy (TPSH)
Domingo 14.02.2021
Salmos 42:5-6 “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío. Dios mío, mi alma está abatida en mí; me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán…”.
Hay personas que sufren los efectos del desánimo durante muchos años, y no saben cómo reparar el daño causado por ese devastador sentimiento.
La frustración es una respuesta emocional ante experiencias en las que los resultados no son los esperados. Cuando nos negamos a reconocer y a enfrentar la realidad de un fracaso, podemos comenzar a desanimarnos. Las frustraciones son inevitables, pero un creyente no tiene que ser esclavo del desánimo.
Todos enfrentamos dificultades que pueden hacernos débiles. Sin embargo, el desánimo -como cuando se atraviesa un túnel oscuro- debe ser temporal, y después de un breve tiempo hay que salir al otro lado.
En nuestros periodos de abatimiento hay veces que nos hemos tenido que poner de rodillas para clamar a Dios por fuerzas. Después de la petición, cambia nuestra actitud, ya que dejamos a un lado la carga y nos sentimos mejor.
Para ser victoriosos, hay que mirar dentro de nosotros, reconocer la razón concreta del desánimo, así como los conflictos no resueltos que haya en el corazón. Identificar la raíz de esos sentimientos, permitirá superarlos.
Mientras te mantengas hablando de dolor, sufrimiento, desorientación o sueños hechos pedazos, te regodeará la desesperación. Ahora bien, en el momento que levantes tu cabeza y digas “Padre”, darás el primer paso para dejar el desánimo. ¡Inténtalo!
Feliz domingo. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto/TPSH 270114)
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