Tu palabra sabia de hoy
Viernes 20.3.2020
Isaías 6.3, 6-8
“Y el uno al otro daba voces,
diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está
llena de su gloria. Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su
mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con
él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu
culpa, y limpio tu pecado. Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién
enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame
a mí”.
Muchos que van
a las iglesias pudieran sentirse conmovidos
por la música o el sermón, pero luego regresan a una vida en la que Dios
parece distante… donde todo se vale.
La época de Isaías no fue diferente a
la de hoy. El juicio
de Dios fue: “El pueblo me alaba con
la boca y me honra de labios, pero su corazón está lejos de mí. …” (Isaías 29.13).
¿Qué pasa cuando
no das la debida importancia a Dios? El encuentro de Isaías con Dios es buen
ejemplo. Cuando él vio la santidad de Dios, se espantó y comprendió su pecado.
En medio de
su angustia, gritó: “¡Ay de mí, que soy muerto!” (Vs.5). Después de ser limpiado de su pecado, su
único deseo era servir al Señor como su profeta, y dijo: “¡Heme aquí,
envíame a mí!” (Vs.8).
Cuando abres la Palabra de Dios tienes
oportunidad de ver “al Rey, el Señor de los ejércitos” (Vs.5) como Isaías. Y ese Dios santo y majestuoso te invita a relacionarte
con Él por medio de su Hijo Jesucristo.
Es hora de enfocarte
en Dios. Pídele que te de corazón dispuesto para un verdadero encuentro con
Él, y espera con paciencia su ayuda.
¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: EncontactoOrg)
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