24.06.19
Salmos 32:1-2, 10 “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido
perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová
no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño. Muchos dolores
habrá para el impío; mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia”.
Salmos
32 es uno de los llamados Masquil, o Salmo de instrucción. David está dándonos
instrucciones. Comienza con alegría: Bienaventurado,
dichoso, feliz aquel cuya transgresión o pecado ha sido perdonado o borrado. Ha
sido justificado ante Dios!
Cristo murió por tus pecados; y su muerte fue en sustitución por los pecadores, a
fin de reparar la justicia de Dios. Ahora, al creerle a Jesús y en su
sacrificio, Él viene a ser tu Salvador; el Justificador de todos los que le creen. Por tanto, cuando pones tu fe en Cristo,
se te cuenta como justicia ante Dios.
Bienaventurado
quien el Señor no culpa de maldad, ni es engañador. Dios no
culpa de pecado a aquel que ha confiado en Cristo, y confesado su agravio.
Quien no cometió pecado alguno -por ti y por mi-, Dios lo trató como pecador,
para que en él recibiéramos su justicia (2Cor.5:21)…
en Cristo, Dios hizo y sigue haciendo una obra maravillosa!
Cuando callas tu pecado: envejeces. Y aunque
sonrías, internamente gimes de dolor. David podía decir: nadie sabe lo que he
hecho. Qué bien lo he ocultado. Pero su conciencia le importunaba. Dijo: “se
envejecieron mis huesos”. El pecado lo destruía.
Si
eres hijo de Dios, y pecas, sufrirás las consecuencias. Puedes salirte con la tuya
por un tiempo, pero vendrá tu corrección y disciplina, departe de Dios.
Mejor
es examinarte tú y enderezarte, y no que sea Dios quien te juzgue y condene. Piénsalo.
Feliz lunes, y que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
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