Jueves 30.05.19
2 Corintios 12:5,7-9 “De tal
hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis
debilidades. Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase
desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que
me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres
veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia;
porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me
gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de
Cristo”.
Alguien contó que
una fuerte tormenta hizo que la hermosa torre de su iglesia quedara torcida, lo
cual provocó gran alarma. Aunque la arreglaron de inmediato, la imagen dejó a
cualquiera pensativo.
A menudo, se supone que la iglesia es un lugar donde
todo está perfecto, no donde podamos mostrarnos torcidos. ¿Verdad? Pero en este mundo caído, todos estamos “torcidos”;
cada uno con su colección de debilidades naturales.
Pudieras querer
mantener en secreto tus debilidades, pero la Escritura anima a lo contrario. Pablo
expresa que es en sus debilidades (aguijón en la carne) donde Cristo revela su
poder.
Jesús dijo que su poder se perfecciona en las debilidades. Y Pablo concluyó
que por amor a Cristo se gozaba en las debilidades, porque cuando era débil, es
que era fuerte.
Tal vez no te
gustan tus imperfecciones, pero al
esconderlas, estas negando el poder de Cristo para obrar en ti. Cuando lo
dejas actuar en tus lugares torcidos, Él
solo los renueva.
¿Qué lugares torcidos
tienes? Jesús, al entrar en ti, puede enderezar
tus torceduras.
Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: NuestroPanDiario)
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