18.02.19
Hebreos 10: 23-25
“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de
nuestra esperanza, fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para
estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como
algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que
aquel día se acerca”.
Una queja entre cristianos es: “¡No
puedo encontrar una buena iglesia (templo)! Necesito un lugar donde mi familia
pueda ser ministrada y mis hijos crezcan conociendo la verdad”.
Muchos pastores están probando formas
nuevas en las iglesias: nuevos métodos de evangelismo, nueva música, nuevos
“avivamientos”… Mucho escándalo, necedad, y distracciones del evangelio.
¿Qué
buscas en un templo?
¿Comunión? ¿Un lugar para que tus hijos fructifiquen? ¿Buena alabanza y adoración? ¿Un lugar donde
se puedan satisfacer las necesidades de
tu vida? Para satisfacer esas necesidades, ¿has examinado tu corazón acerca de ser un sacerdote para tu familia?
Tú dices que no encuentras una iglesia que te despierte, te provoque y ministre
a tus hijos. Pero, ¿has hecho el trabajo
sacerdotal de ser un mediador para tus seres queridos delante del Señor?
Eso se llama “altar familiar”. El no dejar de congregarnos, también aplica a la familia. En el
momento del altar familiar, los del hogar se reúnen alrededor de los padres,
comparten la Palabra, alaban a Dios y oran. Qué lindo es que el padre asuma,
con alegría, el papel de sacerdote y pastor de su casa.
¿Has
buscado en tu corazón ser un sacerdote para tu familia? Cuando tu hogar se convierte en iglesia,
todas tus necesidades serán satisfechas por el Padre del cielo. Y aunque vayas a
un templo “apagado”, sentirás que Dios se encuentra allí, e incluso te
relacionarás con otros que están hambrientos por conocer más a Jesús.
Feliz
lunes, y Que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia:
WorldChallengeOrg)
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