18.1.19
Oseas 11:8-11 ¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión. No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti; y no entraré en la ciudad. En pos de Jehová caminarán; él rugirá como león; y los hijos vendrán temblando desde el occidente. Como ave acudirán velozmente de Egipto, y de la tierra de Asiria como paloma; y los haré habitar en sus casas, dice Jehová.
¿A qué cosa no puedes renunciar?, preguntó un presentador de radio. Los oyentes llamaban, dando respuestas interesantes. Algunos mencionaron a sus familias; incluso un esposo compartió recuerdos de su esposa fallecida. Otros dijeron que no podían renunciar a sus sueños, como ganarse la vida con la música o llegar a ser madre. Todos tenemos algo que atesoramos, que no podemos dejar: una persona, una pasión, un bien.
En la profecía de Oseas, Dios dice que no renunciaría a Israel, su pueblo escogido, su posesión preciada. Como un esposo amoroso, le proveería todo lo necesario. No obstante, Israel lo rechazó y buscó su alegría y seguridad en otra parte. Cuanto más buscaba Dios a la nación, esta más se alejaba (vs.2). Aunque lo había lastimado profundamente, Él no la abandonaría (vs.8), sino que la disciplinaría para redimirla y restablecer su relación con ella.
Hoy, todos los hijos de Dios pueden tener la misma seguridad: su amor por nosotros es tal que nunca nos dejará ir. Si nos hemos alejado, Él anhela que volvamos. Cuando el Señor nos disciplina es una señal de que está buscándonos; no significa que nos rechaza. Somos su tesoro y no renunciará a nosotros.
Demos gracias a Dios porque Su amor, nunca nos abandona! Y porque un hijo de Él es bienvenido a casa siempre.
Feliz y bendecido inicio de fin de semana!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: NuestroPanDiario)
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