Miércoles 05.12.18
Salmos
19.12-14 “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame
de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que
no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran
rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón
delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío”.
Nuestras palabras
pueden ser herramientas del bien. Por ejemplo, podemos hablar al Padre celestial a favor de nosotros
mismos y de otros; podemos comunicar la verdad de Jesucristo y cantar
alabanzas; podemos capacitar, motivar, animar y alertar; y podemos expresarnos
lealtad unos a otros.
También nuestras
palabras pueden hacer daño. Se pudiera comenzar con algo pequeño -un comentario breve acerca de un
conocido… Otras, podemos expresar nuestra opinión de una manera acusadora, por
curiosidad, o hacer una pregunta buscando una respuesta negativa. Las preguntas
y los comentarios que haces pueden sembrar semillas de duda y desconfianza que
dañen la reputación de otra persona. Otra palabra para esto es “chisme”.
Dios habla
fuertemente en contra del chisme, ya que este separa a los amigos íntimos, traiciona la confianza y provoca desacuerdos.
Observa cómo identifica Dios a los
acompañantes del chisme en Romanos 1.29, 30, los describe con términos tales como
injusticia, perversidad, avaricia, y también como detractores y aborrecedores
de Dios.
Pídele al Espíritu
Santo que te muestre la verdad en cuanto a las palabras que usas, y que transforme cualquier actitud del
corazón que pueda incitarte al chisme. “De la abundancia del corazón habla la
boca” (Mt.12.34). Se alguien que
protege la reputación de otros, sean familiares, compañeros de trabajo, creyentes
o no. Se siempre una bendición con tus palabras. El Señor las toma muy en cuenta.
Feliz
miércoles, y que Dios te bendiga!
Wilda M.V.
(Referencia: EncontactoOrg)
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