3. Se deja guiar por sus impulsos: Y los pone como excusa para
defender su ambición. Busca el placer en
su propia ruina. El egoísta se vuelve adicto a cosas, y, al final, se hace daño
a sí mismo y a quienes le rodean. La Biblia nos dice en Santiago 3:15-16: “Porque esta sabiduría no es la que desciende de
lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención,
allí hay perturbación y toda obra perversa”.
4. No es generoso: El egoísta procura acaparar todo
y no dar nada. El caritativo comparte y es conocido por su bondad. La
Biblia afirma que es más bienaventurado dar que recibir (Hechos 20:35). El
egoísta retiene solo para acabar en pobreza. El generoso es prosperado y
saciado (Proverbios 11:24-25).
5. Sólo le interesa su propia opinión y NO la del
resto: Si alguien intenta aconsejarle o ayudarle, no lo
escucha, porque en su mundo no existe otro más que él. El egoísta cree siempre
tener la razón, no admite que se equivoca; y siempre cree que los demás le
tienen envidia. Proverbios 18:2 dice:
“No toma placer el necio en la inteligencia, sino en que su corazón se descubra”.
6. Obedece sus deseos y no a Dios: El egoísta se rige por su propia
ley y no por la de Dios. Se cree capaz de controlarlo todo y no tiene espacio
para Dios… lo cual le puede salir muy caro.
Olvida que su vida es un crédito del momento, y que cuando pase el
tiempo, pagará demasiado caro.
No hay egoísta cuando: Dios es el centro de la vida, le
guía y le ayuda a ver las cosas como Él las mira. Salmos 119:36 dice: “Inclina mi
corazón a tus testimonios, y no a la avaricia”. ¡Siempre es mejor seguir a Dios y dejarle tu vida en sus manos!
Cero egoísmo. ¡Y que Dios te bendiga!
Wilda M.V.
(Referencia: CVClaVoz)
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