8.11.18
Salmos. 51:9-13 “Esconde tu rostro de mis
pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y
renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no
quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu
noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los
pecadores se convertirán a ti”.
David, el ilustre rey de
Israel, escribió Salmos 51. Él trajo
vergüenza sobre sí y la nación, por
su pecado de adulterio y asesinato; por ambas acciones merecía la muerte. Parecía que su vida estaba arruinada, pero rogó a Dios: «Vuélveme el gozo de
tu salvación, y espíritu noble me sustente» (vs.12).
Como David, nosotros también recordamos actos
vergonzosos de nuestro pasado (incluso de nuestro presente), que nos acusan
en medio de la noche. Hay tantas cosas que quisiéramos NO haber hecho, o
hacerlas distintas. Pero hay una gracia,
que no solo perdona el pecado, sino que también usa todo para hacernos mejores.
Dios no deja que nada de lo que ocurre,
se desperdicie.
Él tiene un ojo que todo lo ve, y que también nos puede sustentar; por eso, aprendamos a
decirle: Señor: cámbiame, borra mis maldades, no me deseches, no me quites tu santo Espíritu, dame o devuélveme
el gozo de tu salvación. Enséñame a seguir tus caminos!
¡Feliz jueves, *y que Dios te bendiga!*
Wilda M.V.
(Referencia: NuestroPanDiairo)
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