Filipenses 4:12-13 “Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
¿Conoces cristianos que siempre se quejan? Se menosprecian, se comparan con los que admiran, piensan: No soy como él/ella, no tengo esperanza...
Los espías israelitas enviados para explorar la Tierra Prometida regresaron diciendo: Es una tierra que fluye leche y miel, pero también está llena de gigantes y ciudades amuralladas. No podremos subir contra aquel pueblo (Núm.13:27-31).
Ellos no acusaron a Dios, sino que se descalificaron ellos mismos; se enfocaron en que eran como insectos a la vista de sus enemigos. Y ese no fue un inocente e inofensivo hablar. Más bien fue una afrenta a Aquel que es la luz del mundo, y quien nos da las fuerzas.
Cuando te quejas de tus incapacidades y debilidades, no te menosprecias tú, estás menospreciando a Dios... Te estás negando a creer o a caminar en sus Palabras.
Los espías israelitas estaban tan enfocados en sus incapacidades que estuvieron a punto de renunciar. Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho? (Núm.14:11). Dios los halló culpables de tanta incredulidad.
Hoy Dios hace a su pueblo la misma pregunta que le hizo a Israel: ¿Cuándo creerás lo que te prometí? Yo dije que mi fuerza vendría a ti en tus momentos de debilidad. No confíes en la fuerza de tu carne. Yo soy Jehová, fortaleza eterna, y te hare fuerte a través de mi poder!
Feliz y bendecido viernes!
Wilda M.V. (Referencia: WorldChallengeOrg)
No hay comentarios:
Publicar un comentario