Filipenses 3: 12-14 “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea
perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui
también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya
alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta…”
Decía Abraham Lincoln (presidente #16 de los Estados Unidos. 1861/1865). “No
me preocupa que caigas, me preocupa que te levantes”.
Si comparamos esta frase con
lo que muchos años atrás dijo el apóstol Pablo a los Filipenses, encontramos
ciertas similitudes:
No es “que caigas”
/ “ni que ya seas perfecto”. ¡Es que TE LEVANTES!
Es que se hace necesario continuar, aún en las más difíciles situaciones.
Lincoln fue quien, en un discurso (1858), expresó su deseo de detener la esclavitud en
Estados Unidos; se enfrentó a una gran nación (logró arraigar aquello para
lo cual fue también escogido); prosiguió con sus pensamientos (a la meta),
y lo consiguió, aunque pagara con su vida (fue asesinado en abril de
1865).
Pablo continuó adelante, prosiguió a la meta, al premio del supremo llamamiento
de Dios en Cristo Jesús. Peleó y
concluyó su buena batalla, y sabía que le esperaba una corona de justicia
guardada, la cual le dará el Señor, juez justo, ¡en aquel día! (2 Tim.4:7-8)
¿Y tú, estás
dispuesto a levantarte de ese hoyo donde estás? ¿Estás peleando tu buena
batalla? ¿Estás dispuesto a
acabar la carrera (como Dios te la ha planificado)?
Recuerda: Es preciso levantarse, y que la esclavitud (al
pecado) sea abolida de tu vida; Dios tiene guardada corona de justicia, a
todos los que le honran, corren justamente, y aman su venida.
¡Feliz día, y
que Dios te bendiga!
Wilda M.V.
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