20.10.2018
Job 1:6-8,
12 “Un día vinieron delante de Jehová los hijos
de Dios, entre los cuales vino también Satanás. Y dijo Jehová a Satanás:
¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a
Jehová, dijo: de rodear la tierra y de andar por ella. Y Jehová dijo a
Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la
tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? … Dijo
Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene (él) está en tu mano; solamente no
pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová”.
Satanás no pudo tocar a Job, sin
antes obtener el permiso del cielo. Dios le dio
el permiso para afligirle el cuerpo, llevarlo a través de duras pruebas, pero no
para matarlo.
También Satanás pidió permiso para
probar a Pedro (Lc.22.31), presionó para hacer de Pedro un objetivo, ya que Jesús había dicho que
a él daría las llaves del reino de los cielos (Mt.16.19). Satanás
entendió que Pedro sería una gran roca (Mt.16.18), por lo
cual decidió zarandearlo por un tiempo.
El zarandeo es obviamente un proceso
purificador, que
separa lo malo de lo bueno. Satanás pensó que la fe de Job y de Pedro
fracasaría en la sacudida. Pero como fueron fieles, rectos y
obedientes, nunca estuvieron solos!
A ti te
digo hoy: No tengas miedo de la prueba por la que estás pasando. Jesús
conoce el resultado y te dice: No desmayes. Yo tengo un propósito eterno
detrás de tu zarandeo. Todo lo que te acontece, es para que mi nombre sea
glorificado!
Y bendijo
Jehová el postrer estado de Job más que el primero (Job 42.12).
Resiste. Dios te protege y bendice. Y muy feliz día!
Wilda M.V.
(Referencia: WorldChallengeOrg)
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