06.08.18
Salmos
49:6-8 “Los que confían en sus bienes, y de la
muchedumbre de sus riquezas se jactan, ninguno de ellos podrá en manera alguna
redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate (porque la redención de su vida es
de gran precio, Y no se logrará jamás)”
La Escritura nos enseña
que tenemos una cuenta con Dios que es impagable. Él quiere bendecirnos abundantemente, pero no debemos poner el corazón
en cosas materiales, sino en el Dios vivo y verdadero que permanece para
siempre.
Cuando Jesús dijo en la cruz “Consumado es”, estaba pagando nuestra
salvación a precio de sangre preciosa y única. Sólo esa sangre satisfizo la
demanda celestial. Y nos rescata de la vana manera de vivir, la cual
está orientada a cosas corruptibles.
Qué tristeza aquellos que confían en sus bienes, y se comparan con la parábola
del rico insensato, de Lucas 12:16-21. Su sentencia es: “Necios, esta noche
vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto ¿de quién será?”. Es preciso
aprender a ser ricos para con Dios, buscarle y vivir para hacer su buena y
agradable voluntad.
Jesús entregó su vida confiado en Aquel que la estaba recibiendo. Sabía que
el Padre no le fallaría…y al tercer día fue resucitado; ahora está sentado a la
diestra del Padre y volverá por su iglesia. Su resurrección es la garantía
de que seremos levantados y estaremos con él para siempre!
Bendito sea Aquel que en la cruz murió, que al tercer día resucitó, y
quien fue a prepararnos morada. Demos gracias a Jesús por Su preciosa y
poderosa sangre! Solo Él calificó para pagar el precio por nuestros
pecados. Por qué no te decides por Él ya?
Feliz inicio de semana, y que Dios te bendiga!
Wilda
M.V. (Referencia:
Mensajes y Sermones para Predicar)
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