Hechos 3:1-2, 6-8 “Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento … para que pidiese limosna … Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda … y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo”.
Un día, Pedro y Juan, mientras subían al templo a orar, se encontraron con un hombre cojo. Ellos, de seguro, habían visto al hombre muchas veces antes, pero esta vez cuando pidió limosna, dijeron: “Míranos”.
El hombre pensó que le iban a dar dinero, pero en lugar de ello, le ordenaron que se levantara y caminara, en el nombre de Jesús.
Cuando el hombre se levantó de un salto y comenzó a caminar, todos los que lo vieron se llenaron de asombro y comenzaron a alabar a Dios.
¡Qué glorioso es cuando las personas son testigos de la majestad de Dios en acción!
Esa gente estaba maravillada y se reunieron para compartir sobre lo que acababan de ver. La Biblia dice que el hombre que fue sanado tenía “asidos (sujetados) a Pedro y Juan” (vs.11).
Su corazón estaba conmovido y dijo: “No dejaré ir esta maravillosa presencia de Dios”.
Todo creyente debe clamar y decir: “Señor, muéstrame tu gloria. Doy la bienvenida a tu obra maravillosa. No estoy satisfecho con pequeñas porciones: quiero la plenitud de tu gloria en mi vida y me aferraré a tus Palabras.
El Padre ama el corazón que lo busca; y aún haga o no una obra poderosa en ti, ¡aférrate a Él con todo tu corazón!
Feliz sábado, qué lo pases bien, y que Dios te bendiga!
Wilda M.V.
(Referencia: WorldChallengeOrg)
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