jueves, 24 de mayo de 2018

“El peligro de la ira”


Meditación 24.5.18

Efesios 4.26-27Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo”.

La ira es una emoción poderosa que a menudo causa daño, aunque también puede ser justa. En Isaías 64.9, el profeta ora, diciendo: “No te enojes en exceso, Señor”. Este versículo implica que Dios mide su ira de una manera que se ajusta a cada situación. El pasaje de hoy nos enseña que el Señor también espera que aprendamos a controlar nuestra ira para que esta sea adecuada y no nos lleve a pecar.

Hay una línea que no debemos cruzar si queremos evitar la ira pecaminosa. Es obvio que aquí no están incluidos el abuso verbal y la violencia física, pero la ira puede conducir a otros pecados que son igual de letales.

Cruzamos la línea cuando lo siguiente se ve en nuestra vida:
Peleas. Proverbios 29.22 (NVI) dice: “El hombre iracundo provoca peleas”. Aunque las peleas pueden tomar muchas formas, siempre hacen que una persona se enfrente a otra.

Ira. Salmo 30.5 dice que la ira del Señor es por un momento, y Efesios 4.26 nos advierte en contra de irnos a la cama enojados hasta el día siguiente. El enojo envenena, y luego conduce a la ira.

Aislamiento. El abrigar ira nos separa de las personas. Proverbios 16.28 dice que “el chismoso separa a los mejores amigos”.

Venganza. Romanos 12.19 (LBLA) se refiere a esto: “Amado, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios”.

¿Qué debes hacer si reconoces alguna de estas cosas en tu vida? El primer paso es confesarla como pecado, y hacer el esfuerzo firme de apartarse de él. Cada vez que surja en ti un pensamiento airado, arrepiéntase y entrégueselo al Señor.
(EnContacto.org).

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