Meditación 29.5.18
Salmos 34.15-17 “Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor
de ellos. La ira de Jehová contra los que hacen mal, para cortar de la tierra
la memoria de ellos. Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus
angustias”.
En medio de las crisis, el Señor está
dispuesto a ayudarnos, y tiene el poder de hacerlo. Pero antes de que
intervenga y libere su poder en nuestra situación, exige un corazón recto.
Esto, por supuesto, no significa que
debamos ser perfectos, lo que nuestro Padre sabe que sería imposible. Cuando
un pecador acude a Dios para salvación, el Señor limpia de iniquidad el corazón
de la persona y le da una nueva naturaleza (2
Corintios 5.17). Sin
embargo, habrá momentos en que el creyente seguirá los viejos patrones
carnales, por eso el Señor nos pide que confesemos nuestras faltas y nos
arrepintamos cuando fallemos. Entonces, Él nos limpiará de toda injusticia
(1 Juan
1.9).
Por fortuna, Dios nos escucha a pesar
de nuestras imperfecciones, si deseamos andar en sus caminos. No obstante,
el problema surge cuando el cristiano vive en pecado de manera intencional,
y decide no apartarse de él. En momentos como esos, el Señor no escuchará un
corazón que no se ha arrepentido.
El pasaje de hoy enseña que el Padre
celestial desea que sus hijos clamen a Él. En las pruebas, tendemos a orar
con más enfoque, fervor y sinceridad. Ana es un buen ejemplo. Angustiada por su
esterilidad, fue al templo e imploró al Señor con tanto sentimiento, ¡que el
sacerdote pensó que estaba ebria! Dios respondió su ruego y abrió su matriz (1 Samuel
1.1-20).
Cuando venga una crisis, clame a nuestro
Dios todopoderoso, pero asegúrese de hacerlo con un corazón recto. Entonces Él escuchará y responderá, ya sea concediéndole
la petición que esperaba, o dándole una solución diferente. Por ser Dios
omnisciente, amoroso y soberano, podemos confiar en que su respuesta será la
mejor para nosotros. (EnContacto.org).
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