Meditación 24.4.18
Te invito a que leas en Salmos 145, el
cual es una alabanza por la bondad
y el poder de Dios.
Todos los creyente experimentamos momentos de dificultad
o incomodidad. La pregunta es: ¿Cómo manejarlos? El rey David descubrió que permanecer
fuerte y fructífero durante las circunstancias difíciles, comienza con alabar
al Señor. Una vez que su enfoque cambió, estuvo listo para meditar en
cuanto a la majestad y los hechos maravillosos de Dios (Salmos 145.5).
La meditación implica la lectura de la Biblia, pero va
mucho más allá de leer una porción. Debemos orar deteniéndonos en los
versículos, pidiéndole a Dios que nos muestre por medio de su Espíritu lo que
significa el pasaje, lo que dice acerca de Él, y cómo podemos aplicar sus
palabras a nuestra vida.
¿Qué nos impide meditar en el Señor y su Palabra? Vivimos
en un mundo tan atareado que muchas veces nos resulta difícil hacer una pausa,
poner en orden nuestros pensamientos y sentarnos con la Palabra de Dios. Cuando
tratamos de concentrarnos, comenzamos a pensar en todo lo que tenemos que
hacer. Estar con el Señor puede no parecer tan urgente como nuestras otras
tareas, pero es mucho más importante.
Meditar en las Sagradas Escrituras intensifica nuestra
sed de Dios, amplía nuestra visión de Él, nos enseña a pensar bíblicamente y
aumenta nuestro discernimiento. Las revelaciones que
recibimos de su Palabra nos alientan, nos recuerdan la presencia constante de
Dios y nos fortalecen.
Los beneficios espirituales de pasar tiempo con el Señor
merecen cualquier sacrificio. Por medio de la
meditación, nuestro corazón asimila las verdades que conocemos de manera
intelectual, para poder impactar nuestra vida cotidiana. (EnContacto.org).
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