Meditación 23.4.18
1 Juan 5.11-13 “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida
eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el
que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a
vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis
vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”.
Satanás quiere confundir al creyente y al incrédulo en
cuanto a la salvación por diferentes razones.
Cuando se trata de los no creyentes, el propósito del
diablo es hacerles creer que se salvan haciendo buenas obras; en otras
palabras, siendo una “buena” persona. Su propósito es mantener perdidos a
hombres y mujeres. Esta es una estrategia muy efectiva, incluso entre muchos
que asisten a la iglesia con regularidad. Al dar por sentado que sus buenas
obras compensarán sus malas acciones, consideran que les espera el cielo
cuando, en realidad, están en camino a un horroroso e irreversible fracaso (Mateo 7.21-23).
Satanás tiene un propósito diferente para crear confusión
entre los seguidores del Señor. Aunque Cristo enseñó que la salvación nunca
puede perderse (Juan 10.28, 29), el
enemigo siembra semillas de duda para mantener inseguros a los creyentes,
preguntándose qué hará después el Señor, temiendo su juicio y trabajando cada
vez más para ganar su aceptación. Muchos cristianos se han consumido en este
intento equivocado de agradar al Señor. Además de eso, han permitido que
Satanás los esclavice con temor y anule su efectividad para el reino de Dios.
La solución es conocer la Biblia y confiar en lo que
enseña. Las Sagradas Escrituras son claras en que somos salvos por fe, no por
obras (Efesios 2.8, 9), y
esa salvación es permanente (Romanos 8.38, 39).
Dios quiere que sus hijos se sientan seguros de estas verdades, confiados y
productivos espiritualmente. Su deseo es que nuestra relación con Él sea tanto
emocionante como gozosa, para que reflejemos a Cristo a quienes nos rodean.
(EnContacto.org).
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