Juan 13:1-5 "Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase, sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido".
En una clase, el profesor pidió que dijeran —sin voltear la cabeza— de qué color era la pared de atrás del aula. Nadie pudo contestar porque no se había fijado...
Con frecuencia no prestamos atención, o pasamos por alto las «cosas» de la vida porque, simplemente, no podemos asimilarlo todo. Otras veces, no vemos lo que ha estado allí todo el tiempo.
Algo así sucede, con Jesús lavándole los pies a sus discípulos. La historia es bien conocida, pero suele leerse mas en Semana Santa... Y aún nos asombra que nuestro Salvador y Rey se detuviera a hacer algo así.
En la época de Jesús, era degradante, para los judíos, hacer esa tarea, por considerarla humillante. Pero Jesús, hombre y Dios, lavó los pies a todos sus discípulos, incluso a Judas; aunque sabía que lo traicionaría (13:11). Su amor y humildad fueron mostrados hasta con un simple lebrillo con agua.
Mientras reflexiones en los sucesos de esta semana, vístete de humildad para que puedas extender el amor a tus amigos y enemigos.
Que el Padre Celestial llene de amor tu corazón, para que puedas "arremangarte" y servir a otros, con humildad, y para Su gloria!
Feliz y bendecido día!
Wilda M.V.
(Referencia: Nuestro pan diario)
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