Meditación 16.3.18
1 Pedro 5.5-7
“Igualmente, jóvenes, esten
sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad;
porque: Dios resiste a
los soberbios, y da gracia a los humildes. Humíllense, bajo la poderosa mano de
Dios, para que él les exalte cuando fuere tiempo; echando toda su ansiedad
sobre él, porque él tiene cuidado de ustedes”.
La vida de Jesús fue ejemplo de humildad. Mientras estuvo
en la Tierra, no hizo valer sus derechos, sino que se revistió de humanidad,
y escogió vivir en completa obediencia como siervo de su Padre (Filipenses 2.5-7). Dejó de lado su
gloria y autoridad legítimas, y se humilló hasta el punto de morir en una cruz.
El ejemplo de nuestro Salvador fue y es contracultural.
Este mundo no valora la humildad; por el contrario, nuestra cultura aplaude
los grandes logros, la belleza exterior, las posiciones elevadas y las
destrezas excepcionales. Pero Cristo llama a sus discípulos a negarse a sí mismos,
tomar su cruz y seguirle (Lucas 9.23).
¿Qué camino escogeremos? Pedro presenta con claridad en
el pasaje de hoy las opciones que tenemos. Si elegimos el camino de Dios, el
de la humildad, tenemos la promesa de que recibiremos bendiciones espirituales.
Pero si repudiamos su camino, el Señor nos rechazará, porque, en
esencia, estamos actuando contra Él con nuestra arrogante autosuficiencia.
No obstante, si nos humillamos sometiéndonos a su autoridad, y le
obedecemos, Él se convierte en nuestra fuente de confianza y fortaleza.
Aunque nuestra sociedad valora mucho la gratificación
instantánea y el reconocimiento por los logros, Dios nos honra de acuerdo
con sus caminos y su tiempo perfecto. Nos asegura que, si elegimos la
mansedumbre —es decir, vivir sujetos a Cristo como el Dueño de nuestra vida— Él
nos recompensará, tanto aquí en la Tierra como en la vida venidera (Mateo 5.5).
La decisión es tuya: ¿te humillarás y
vivirás para la gloria de Dios, en vez de vivir para la tuya? (Referencia: Encontacto.org)
No hay comentarios:
Publicar un comentario