Meditación 21.3.18
Hoy te invito a leer en Juan 4.7-30,
donde trata de una mujer de Samaria
que fue a sacar agua a un pozo; y Jesús le pide de beber…
Echa una mirada sincera a tu vida. ¿Te sientes lleno y
completo, o sientes que te falta algo? Si estás consciente de un vacío, ¿qué
estás utilizando para tratar de llenarlo? ¿Las relaciones con familiares y
amigos? ¿O has optado por alcanzar logros, con la esperanza de que estos te
hagan sentir importante? Quizás estés usando una sustancia o una actividad de
algún tipo para calmar tu dolor.
Jesús conoció a una mujer que tenía un gran vacío en su
alma. Anhelaba una relación sana, pero había sido rechazada una y otra vez. En
aquellos días, un hombre podía divorciarse de su esposa por el mero hecho de
que ella lo disgustara de alguna manera. La mujer samaritana había sufrido este
rechazo 5 veces, y ahora estaba buscando llenar su alma con un hombre que no
era su esposo.
Es probable que ella solo tratara de ocultar su dolor
para que la gente no se diera cuenta, pero cuando el Señor se encontró con esta
mujer en el pozo y le dijo todo lo que ella había hecho, sus días de secretos
habían terminado. Por fin había encontrado a quien podría traer llenura a su
vida. Antes de que puedas llenar el vacío que hay en tu alma, debes permitir
que la mirada aguda de Cristo penetre en las profundidades de tu corazón, y te
revele la causa fundamental de tu vacío.
Fuimos creados para Dios. Todas las otras búsquedas son
sustitutos inadecuados, y nunca nos darán la satisfacción permanente que
estamos buscando. La vida es capaz de derrotarnos, dejándonos agotados y
desilusionados. Pero cuando damos a Jesucristo acceso pleno a nuestros
corazones, nos llena de su amor incondicional.
(De
Encontacto.org).
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