Meditación 12.3.18
Colosenses 4.2-4 “Perseveren en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, para que lo manifieste como debo hablar”.
¿Se dedica usted a la oración? Esta es una pregunta que puede hacernos sentir culpables, ¿cierto? Casi todos reconocemos quenuestra vida de oración pudiera ser mejor. Parte del problema es que estamos inundados de presiones y actividades. Como resultado, la oración se convierte a menudo en una o dos frases rápidas antes de salir corriendo de la casa.
Pero la falta de tiempo no es excusa para no leer la Palabra de Dios ni hablar con Él. El problema verdadero es a lo que le damos prioridad. Estamos consumidos por lo urgente, y hemos perdido de vista lo que es, en verdad, importante. Al descuidar la oración, dejamos de amar más a Cristo, y renunciamos a tener una relación más profunda con Él y a su poder en nuestra debilidad.
Pero nuestra falta de oración también afecta a otras personas. Cuando Pablo dijo a los colosenses que se dedicaran a la oración, les pidió que intercedieran por él y su ministerio. Como cristianos, se nos ha dado la responsabilidad y el privilegio de orar los unos por los otros. Esta es una de las maneras de contribuir con la obra de Dios en el mundo, y de demostrar nuestro amor por los hermanos en la fe
Saber lo que está en juego es una gran motivación para orar con fidelidad. Para que esto sea una prioridad en su vida, comience apartando un tiempo y un lugar para encontrarse con el Señor cada día. Luego, busque pasajes de la Biblia sobre personas que oraban, y use sus peticiones, alabanzas y acciones de gracia como ejemplos. Trate de mantener un registro escrito de sus peticiones y de las respuestas de Dios, y verá que su fe se fortalecerá, su amor por Cristo se profundizará y aumentará su dedicación a la oración.
(De Encontacto.org)
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