1 Samuel 20:30-33 "Entonces se encendió la ira de Saúl contra Jonatán, y le dijo: Hijo de la perversa y rebelde, ¿acaso no sé yo que tú has elegido al hijo de Isaí para confusión tuya, y para confusión de la verg:uenza de tu madre? Porque todo el tiempo que el hijo de Isaí viviere sobre la tierra, ni tú estarás firme, ni tu reino. Envía pues, ahora, y tráemelo, porque ha de morir. Y Jonatán respondió a su padre Saúl y le dijo: ¿Por qué morirá? ¿Qué ha hecho? Entonces Saúl le arrojó una lanza para herirlo; de donde entendió Jonatán que su padre estaba resuelto a matar a David".
Una maleza es cualquier planta que crece donde uno no quiere. Lo único que hace es ahogar la verdadera siembra, y robarle los nutrientes.
Los seres humanos no somos plantas —tenemos mentes y libre albedrío dados por Dios—, pero, a veces, tratamos de brotar o posicionarnos donde Dios NO lo ha planeado. Otros, de mejor visión, ceden con humildad para que el plan de Dios se cumpla.
Jonatán, el príncipe guerrero hijo del rey Saúl, tenía todo el derecho a ser rey, pero vio la bendición de Dios sobre David, y reconoció la envidia y el orgullo de su propio padre, y en vez de procurar un trono que nunca sería suyo, se convirtió en el mejor amigo de David; incluso, le salvó la vida.
Algunos dirían que Jonatán cedió demasiado, pero ¿cómo preferimos ser recordados? ¿Como el ambicioso Saúl, que se aferró a su trono y lo perdió? ¿O como Jonatán, que protegió a quien sería el digno antepasado de Jesús?
El plan de Dios es mejor que el nuestro SIEMPRE. Podemos rechazarlo y asemejarnos a una maleza mal ubicada o aceptarlo y convertirnos en plantas fructíferas de su huerto. La elección es nuestra..
Feliz fin de semana, que Dios te bendiga, y te de una visión fructífera!🍓🍊🍇🌽
Wilda M.V.
(Referencia: Nuestro pan diario)
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