Jueves 1.2.18
Isaías 1:16-20 "Lavaos y limpiaos; quiten la iniquidad de sus obras de delante de mis ojos; dejen de hacer lo malo; aprendan a hacer el bien; busquen el juicio, restituyan al agraviado, hagan justicia al huérfano, amparen a la viuda. Vengan luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si sus pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Si quisieren y oyen comerán el bien de la tierra; si no quisieren y fueren rebeldes, serán consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho".
Una niña de tres años preguntó a su padre: ¿qué significa la grana? ¿Es malo el color rojo? Ella sabe que a Dios le desagradan los pecados, pero este versículo no está hablando de colores.
El profeta está describiendo una tintura rojo brillante que se usaba para teñir. La ropa se teñía dos veces para que el color quedara firme. Ni la lluvia ni el lavado lo quitarían.
El pecado es igual. Ningún esfuerzo humano puede quitarlo. Está arraigado en el corazón del hombre, de manera más que extrema. Solo Dios puede limpiar el pecado del corazón.
Mientras miramos montañas cubiertas de nieve, admiramos el blanco inmaculado que no puede lograrse enjabonando ni refregando una tela teñida de grana.
Es preciso seguir la enseñanza de Pedro: «arrepentíos y convertíos, para que sean borrados sus pecados» (Hechos 3:19). Solo aceptando el sacrificio de Jesús por nosotros podemos recibir lo que nadie más puede darnos: un corazón limpio.
Pidamos al Señor, y démosle gracias por perdonar nuestros pecados y quitarlos. Cuando Dios nos perdona, también nos limpia!
Feliz jueves y que Dios te bendiga!
Wilda M.V.
(Referencia: Nuestro pan diario)
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