Meditación 23.01.18
Proverbios 27.17
“Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el
rostro de su amigo”.
Para llegar a ser las personas que Dios quiere que
seamos, es esencial que elijamos las amistades correctas. Son sumamente
importantes, porque sin ellas no lograremos mucho en la vida.
Debemos
relacionarnos con personas que:
Nos alimenten la confianza en Dios y también en nosotros
mismos.
Nos alienten cuando estemos preocupados y desanimados.
Nos
estimulen para lograr nuestro potencial.
Nos dinamicen cuando estemos cansados.
Nos reconforten
cuando estemos sufriendo.
Nos defiendan cuando seamos atacados.
Nos perdonen
cuando cometamos errores.
Nos amen incondicionalmente.
Nos confronten cuando nos
extraviemos.
Nos ayuden cuando estemos sobrecargados.
Es bueno preguntarnos si tenemos a alguien que llene las
necesidades mencionadas en esta lista. También es importante
descubrir qué relaciones pueden desviarnos de la senda de la devoción a Dios.
Cuando esto suceda, puede que sea necesario separarnos de ciertas personas
para mantener nuestros principios. Pero cuando la separación no es una
opción —como cuando el conflicto involucra a un miembro de la familia— todavía
podemos perseverar y andar con Dios.
Veamos ahora la misma lista desde un ángulo diferente:
¿Hace usted estas cosas por los demás? Podemos decidir ofrecer esas
cualidades a las personas que nos rodean. Tales relaciones están entre los
tesoros más grandes.
(De Encontacto)
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