Meditación 10.01.18
Salmos 81 “Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra; al Dios de Jacob aclamad
con júbilo. Entonad canción, y tañed el pandero, el arpa deliciosa y el salterio.
Tocad la trompeta en la nueva luna, en el día señalado, en el día de nuestra
fiesta solemne. Porque estatuto es de Israel, Ordenanza del Dios de Jacob. Lo
constituyó como testimonio en José cuando salió por la tierra de Egipto. Oí
lenguaje que no entendía; aparté su hombro de debajo de la carga; sus manos
fueron descargadas de los cestos. En la calamidad clamaste, y yo te libré; te
respondí en lo secreto del trueno; te probé junto a las aguas de Meriba. Oye,
pueblo mío, y te amonestaré. Israel, si me oyeres, no habrá en ti dios ajeno,
ni te inclinarás a dios extraño. Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la
tierra de Egipto; abre tu boca, y yo la llenaré. Pero mi pueblo no oyó mi voz,
e Israel no me quiso a mí. Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón;
caminaron en sus propios consejos. !!Oh, si me hubiera oído mi pueblo,
Si en mis caminos hubiera andado Israel! En un momento habría yo derribado a
sus enemigos, y vuelto mi mano contra sus adversarios. Los que aborrecen a
Jehová se le habrían sometido, y el tiempo de ellos sería para siempre. Les
sustentaría Dios con lo mejor del trigo, y con miel de la peña les saciaría”.
Nuestro Padre celestial se complace en satisfacer las
necesidades de sus hijos. Sin embargo, muchos cristianos no logran experimentar
las bendiciones de Dios. ¿Qué podemos hacer para no perder sus
bendiciones?
Salmos 81 brinda una
visión. El escritor se refiere a un tiempo en el que los israelitas no estaban
disfrutando de las bendiciones de Dios. De acuerdo al libro de Éxodo ellos
alabaron con gratitud por haber sido liberados de la esclavitud, pero
rápidamente se olvidaron de Dios y comenzaron a adorar ídolos y a
quejarse de las condiciones en las que estaban. Esta actitud estuvo
presente a lo largo de la historia del Antiguo Testamento.
Los versículos 8-10 muestran la
perspectiva de Dios: “Israel, si me oyeres, no habrá en ti dios ajeno… Yo soy
Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto; abre tu boca, y yo la
llenaré”.
Nosotros también podemos tener necesidades insatisfechas
por desobedientes. Quizá no estemos adorando estatuas
como lo hicieron los israelitas, pero sí tenemos otros ídolos. Cualquier
cosa que estemos poniendo por encima de Dios, ya sea una persona, nuestro
trabajo, o nuestras posesiones, puede llegar a ser un ídolo en nuestra vida.
Aun nuestras decisiones pueden pertenecer a esta categoría. Es por eso que debemos
permitir que el Espíritu Santo nos guíe para basar nuestras decisiones en la
Palabra de Dios.
Pídele al Señor que te muestre cualquier cosa que te esté
impidiendo recibir sus bendiciones. Escuche
atentamente y permita que Él obre en su vida para arrancar aquello que sea un
estorbo. Nuestro Padre
celestial siempre está listo para bendecirnos y guiarnos.
(De Encontacto)
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