Efesios 1:18 “Habiendo sido iluminados los ojos de su entendimiento para que conozcan cuál es la esperanza a la que los ha llamado, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”.
Existe un pequeño pez que es nativo de América del Sur, y
recibe el curioso nombre de “4 ojos”. El Creador lo diseñó con una
característica muy particular, le dio unos grandes ojos saltones con un lente
de aire en la mitad superior y un lente de agua en la mitad inferior; así que
cuando nada cerca de la superficie, puede mirar el mundo que tiene por encima y
al mismo tiempo el mundo acuático que le rodea, por lo tanto saca provecho de
los 2 mundos.
En cierto sentido los creyentes somos similares a este
pececito, a medida que caminamos por la vida nos es necesario mantener
nuestra mirada en las cosas de arriba (Colosenses
3:1) y también en las de abajo, en el mundo que nos rodea, ya que vivimos
como ovejas en medio de lobos (Mateo 10:16).
Mirar hacia arriba nos permite enfocarnos en lo que Dios nos dice, lo
verdadero y justo; en tanto que mirar hacia la tierra, nos permite ser astutos
y ver oportunidades para demostrar compasión a quienes nos rodean, y así
también comunicarles sobre el verdadero camino que Jesús les ofrece.
Cuando Jesús compartía con los suyos el Sermón del Monte,
les habló de procurar la justicia y mostrar misericordia (Mateo 5:6-7). El apóstol Pablo años más tarde, reforzó esta
misma enseñanza, cuando le dijo a los creyentes de la ciudad de Corinto, que
vivieran conforme a las normas de Dios, pero que tuviesen misericordia de
un hermano arrepentido (1 Corintios 5:1-5; 2 Corintios 2:1-7).
En realidad nadie, exceptuando a los creyentes, pueden
ver estos mundos con tanta claridad, nuestros ojos han sido abiertos a las
verdades de Dios (Efesios 1:18) y tenemos al Espíritu Santo que nos guía en nuestro
andar (Romanos 15:13), para que con amor podamos
responder a las necesidades que existen a nuestro alrededor.
Se trata de vivir con 4 ojos, y de mantener la verdad de
Dios en tu corazón y mente, para que puedas compartir con otros sobre sus
maravillas.
(Del Devocional Alimento para el alma)
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