Meditación 13.12.17
Jeremías 42:2-6 “Y dijeron al profeta Jeremías: Acepta ahora nuestro
ruego delante de ti, y ruega por nosotros a Jehová tu Dios para que Jehová tu
Dios nos enseñe el camino por donde vayamos, y lo que hemos de hacer. 4 Y
el profeta Jeremías les dijo: He oído. He aquí que voy a orar a Jehová vuestro
Dios, como habéis dicho, y todo lo que Jehová os respondiere, os enseñaré; no
os reservaré palabra. Y ellos dijeron a Jeremías: Jehová sea entre
nosotros testigo de la verdad y de la lealtad, si no hiciéremos conforme a todo
aquello para lo cual Jehová tu Dios te enviare a nosotros. Sea bueno, sea
malo, a la voz de Jehová nuestro Dios al cual te enviamos, obedeceremos, para
que obedeciendo a la voz de Jehová nuestro Dios nos vaya bien”.
No sabemos lo
que es bueno para nosotros mismos; y aquello a lo cual nos aficionamos más, y
en lo que más hemos puesto nuestro corazón, a menudo resulta nocivo y, a veces
fatal. En todo caso difícil o dudoso, debemos buscar la dirección de Dios;
y aún con fe podemos pedir ser guiados por el Espíritu de sabiduría en
nuestro corazón y la conducción de la Providencia.
Si queremos
conocer la voluntad de Dios en los casos dudosos, lo primero que debemos hacer
es orar y esperar. Dios
siempre está dispuesto a volverse con misericordia a los que ha
afligido; nunca rechaza a quien confía en Sus promesas. Sea cual sea la
pérdida o sufrimiento que podamos temer debido a la obediencia, lo contrarresta
la Palabra de Dios, siempre Él protegerá y librará a todos los que
confían en Él y le sirven.
Dios había dicho
que si se quedaban quietos en esa tierra los edificaría y no los destruiría
porque Él estaría para salvarlos y librarlos de la muerte, pero que si
confiaban en Egipto y se iban, allí serían destruidos.
Siempre será
necedad dejar nuestro trabajo, casa, y especialmente la tierra a la cual Dios
nos llamó a cumplir un propósito, porque nos encontramos con problemas allí; los males de los cuales
pensamos escapar no los evitaremos huyendo. Cuán equivocados estamos, si el
Señor no nos envió allí, Su presencia no irá con nosotros y será mucho más
difícil.
(De Alimento para el
Alma)
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