miércoles, 13 de diciembre de 2017

“Nunca huyas, siempre espera y obedece”


Meditación 13.12.17

Jeremías 42:2-6 Y dijeron al profeta Jeremías: Acepta ahora nuestro ruego delante de ti, y ruega por nosotros a Jehová tu Dios para que Jehová tu Dios nos enseñe el camino por donde vayamos, y lo que hemos de hacer. Y el profeta Jeremías les dijo: He oído. He aquí que voy a orar a Jehová vuestro Dios, como habéis dicho, y todo lo que Jehová os respondiere, os enseñaré; no os reservaré palabra.  Y ellos dijeron a Jeremías: Jehová sea entre nosotros testigo de la verdad y de la lealtad, si no hiciéremos conforme a todo aquello para lo cual Jehová tu Dios te enviare a nosotros.  Sea bueno, sea malo, a la voz de Jehová nuestro Dios al cual te enviamos, obedeceremos, para que obedeciendo a la voz de Jehová nuestro Dios nos vaya bien”.
No sabemos lo que es bueno para nosotros mismos; y aquello a lo cual nos aficionamos más, y en lo que más hemos puesto nuestro corazón, a menudo resulta nocivo y, a veces fatal. En todo caso difícil o dudoso, debemos buscar la dirección de Dios; y aún con fe podemos pedir ser guiados por el Espíritu de sabiduría en nuestro corazón y la conducción de la Providencia.
Si queremos conocer la voluntad de Dios en los casos dudosos, lo primero que debemos hacer es orar y esperar. Dios siempre está dispuesto a volverse con misericordia a los que ha afligido; nunca rechaza a quien confía en Sus promesas. Sea cual sea la pérdida o sufrimiento que podamos temer debido a la obediencia, lo contrarresta la Palabra de Dios, siempre Él protegerá y librará a todos los que confían en Él y le sirven.
Dios había dicho que si se quedaban quietos en esa tierra los edificaría y no los destruiría porque Él estaría para salvarlos y librarlos de la muerte, pero que si confiaban en Egipto y se iban, allí serían destruidos.
Siempre será necedad dejar nuestro trabajo, casa, y especialmente la tierra a la cual Dios nos llamó a cumplir un propósito, porque nos encontramos con problemas allí; los males de los cuales pensamos escapar no los evitaremos huyendo. Cuán equivocados estamos, si el Señor no nos envió allí, Su presencia no irá con nosotros y será mucho más difícil.
(De Alimento para el Alma)

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