Meditación 27 de noviembre de 2017.
1 Pedro
3.13-16 “¿Y
quién es aquel que les podrá hacer daño, si siguen el bien? Mas también si
alguna cosa padecen por causa de la justicia, bienaventurados son. Por tanto,
no se amedrenten por temor de ellos, ni se trastornen, sino santifiquen a Dios
el Señor en sus corazones, y estén siempre preparados para presentar defensa
con mansedumbre y reverencia ante todo el que les demande razón de la esperanza
que hay en ustedes; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de
ustedes como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian su buena
conducta en Cristo”.
Conocer la Palabra de Dios y entender lo que creemos es
esencial para el crecimiento en Cristo. Pero esto, por sí solo, no es el
objetivo final. No hemos sido creados para constatar lo que Dios ha dicho,
sino más bien para compartir sus buenas nuevas de salvación con otros. Es
decir, tenemos que estar “preparados para presentar defensa con mansedumbre y
reverencia ante todo el que nos demande razón de la esperanza que hay en
nosotros.
La palabra “defensa” significa una respuesta que uno se
da a sí mismo. Los creyentes debemos estar listos para explicar nuestras
razones para afianzarnos a la esperanza en Cristo. Debido a sus ajetreados
estilos de vida, algunos cristianos nunca se han tomado el tiempo para pensar
detenidamente en cuáles son sus opiniones y creencias. Cuando alguien les
pregunta, sienten pánico porque no están preparados para responder.
El dar razón de nuestra fe debe ir acompañado de una
respuesta amable y respetuosa. Lanzar agresivamente una carga de verdad
a una persona inquisitiva, rara vez la conduce al Señor.
Recuerde que todo lo que profesamos debe estar
respaldado con una vida íntegra. Si llevamos un estilo de vida hipócrita,
nuestro testimonio no solo carecerá de valor, sino que Cristo será expuesto al
vituperio.
Estos versículos no fueron escritos para eruditos, sino
para personas comunes y corrientes. La tarea no es imposible, pero exige dedicar
tiempo a la lectura y al estudio de la Palabra de Dios. Si usted elige a Cristo como el
Señor de su corazón, el tiempo que pase con Él se convertirá en un motivo de
gozo, no en un sacrificio.
(Encontacto.org)
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