Salmos 141:3,4,8,9 "Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios. No dejes que se incline mi corazón a cosa mala, a hacer obras impías con los que hacen iniquidad; y no coma yo de sus deleites. Por tanto, a ti, oh Jehová, Señor, miran mis ojos; en ti he confiado; no desampares mi alma. Guárdame de los lazos que me han tendido, y de las trampas de los que hacen iniquidad".
Muchos, ante cosas que no les gustan, o situaciones de impotencia, se enojan y se ven tentados a explotar.
La recomendación es orar, como hizo David: «Pon guarda a mi boca, oh Señor; guarda la puerta de mis labios" (vs 3).
De gran ayuda es: Pensar antes de hablar. ¿Son tus palabras buenas, útiles, cordiales y agradables? Efesios 4:29 expresa que: "Ninguna palabra corrompida salga de tu boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y el vs.31: "Quítense de toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia".
Para poner guarda a la boca, es necesario mantenerla cerrada, cuando nos irritemos o tengamos impotencia; y buscar la ayuda del Señor, a fin de decir las palabras correctas, con el tono adecuado, o para callar.
Nadie merece que tú, pese a la circunstancia que sea, maltrates verbalmente a nadie... Eso es inaceptable.
Controlar las palabras es una labor de toda la vida. Gracias a Dios, si le buscamos, Él nos ayuda y produce en nosotros el querer como el hacer (Filip. 2:13).
Excelente día para decirle al Señor: Ayúdame a pensar antes de hablar.
«Panal de miel son los dichos suaves…». (Prov. 16:24).
Feliz Domingo y que Dios te bendiga!
Wilda M.V.
(Referencia: Nuestro pan diario)
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