Meditación 2.11.17
Salmos Capítulo 1 “Bienaventurado el varón que no anduvo en
consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de
escarnecedores se ha sentado; 2 Sino que en la ley de Jehová está su
delicia, y en su ley medita de día y de noche. 3 Será como
árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su
hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. 4 No así los malos, que son como el
tamo que arrebata el viento. 5 Por tanto, no se levantarán los
malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos. 6 Porque
Jehová conoce el camino de los justos; más la senda de los malos perecerá”.
La Biblia
proclama el gran poder y la majestad del Señor, al mismo tiempo que revela su
inmenso amor y su misericordia. Él es digno de nuestro total sometimiento,
pero no siempre lo recibe. ¿Está usted entre los que se rinden a Él sin
reservas?
La obediencia
absoluta es obedecer a Dios sin importar las consecuencias. Esto
significa que hay que obedecer al Señor aun cuando nuestros amigos elijan un
camino diferente, o cuando tengamos por seguro el sufrimiento o la humillación.
Ver hecha la voluntad de Dios es más importante que nuestro propio bienestar
o ambiciones. Dejemos las consecuencias a Dios, y aferrémos a sus
promesas: Él nunca nos desamparará (Deuteronomio 31.6) y hace que todo obre para nuestro bien (Romanos 8.28).
Fíjese en la
palabra “compromiso” en el título de nuestro devocional. No me estoy refiriendo
a la obediencia que surge en cierto momento (como cuando pensamos: voy a
obedecer al Señor en esta circunstancia), sino del sometimiento como
estilo de vida. Poner excepciones al cumplimiento es muy tentador; queremos
ser capaces de cambiar de opinión cuando obedecer trastorne nuestro estilo de
vida, el resultado final no sea claro, o simplemente estemos asustados. Pero
déjeme preguntarle: si Jesucristo es el Señor de su vida, ¿qué derecho tiene
usted de ponerle límites a su voluntad?
Los creyentes
no tienen el derecho de establecer sus propios límites; su único
criterio para tomar decisiones debe ser: ¿Qué quiere el Señor que haga? La obediencia
es siempre lo correcto. Obedecer a Dios en todo es el camino más seguro
para tener su favor.
(Encontacto.org)
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