jueves, 2 de noviembre de 2017

“El compromiso de obedecer para moldearnos”  


Meditación 2.11.17



 Salmos Capítulo 1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. No así los malos, que son como el tamo que arrebata el viento. Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos. Porque Jehová conoce el camino de los justos; más la senda de los malos perecerá”.

La Biblia proclama el gran poder y la majestad del Señor, al mismo tiempo que revela su inmenso amor y su misericordia. Él es digno de nuestro total sometimiento, pero no siempre lo recibe. ¿Está usted entre los que se rinden a Él sin reservas?

La obediencia absoluta es obedecer a Dios sin importar las consecuencias. Esto significa que hay que obedecer al Señor aun cuando nuestros amigos elijan un camino diferente, o cuando tengamos por seguro el sufrimiento o la humillación. Ver hecha la voluntad de Dios es más importante que nuestro propio bienestar o ambiciones. Dejemos las consecuencias a Dios, y aferrémos a sus promesas: Él nunca nos desamparará (Deuteronomio 31.6) y hace que todo obre para nuestro bien (Romanos 8.28).

Fíjese en la palabra “compromiso” en el título de nuestro devocional. No me estoy refiriendo a la obediencia que surge en cierto momento (como cuando pensamos: voy a obedecer al Señor en esta circunstancia), sino del sometimiento como estilo de vida. Poner excepciones al cumplimiento es muy tentador; queremos ser capaces de cambiar de opinión cuando obedecer trastorne nuestro estilo de vida, el resultado final no sea claro, o simplemente estemos asustados. Pero déjeme preguntarle: si Jesucristo es el Señor de su vida, ¿qué derecho tiene usted de ponerle límites a su voluntad?

Los creyentes no tienen el derecho de establecer sus propios límites; su único criterio para tomar decisiones debe ser: ¿Qué quiere el Señor que haga? La obediencia es siempre lo correcto. Obedecer a Dios en todo es el camino más seguro para tener su favor.
(Encontacto.org)


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