Meditación 06.10
Te invito a leer tu Biblia en Juan 11.1-27.
¿Alguna vez tú has sentido como si Dios te hubiera
aplicado la ley del hielo? Quizás oraste y le pediste dirección para tu vida,
pero no escuchaste nada. Tal vez ahora estés pasando por alguna enfermedad
física o un problema familiar, y nada esté sucediendo, a pesar de que has
rogado a Dios.
¿Cómo reaccionas cuando el Señor no parece estar
respondiendo tus oraciones? ¿Aprovechas la oportunidad para aprender algo de la
experiencia, o simplemente concluyes que Él te está ignorando? Las respuestas
típicas son la desilusión (Dios me falló), el desánimo (debo dejar de
orar), la incertidumbre (¿dónde está Dios?), los sentimientos de
culpa (hice algo malo), la ira (¡Dios no es fiel!) y el miedo (Dios
me ha abandonado).
El pasaje de hoy nos da un buen ejemplo de una vez en la
que al Señor Jesús pareció no preocuparle la vida de alguien a quien Él amaba.
Al escuchar que su amigo Lázaro estaba enfermo y a punto de morir, ¡Jesús no
hizo nada durante 2 días! Sus discípulos y las hermanas del moribundo —María y
Marta— sin duda se preguntaban por qué a Jesús parecía no importarle. Sin
embargo, siguieron confiando en Él, y, finalmente su fe les fue fortalecida.
Cuando no podemos escuchar a Dios, no significa que Él
esté dormido o ajeno a nuestras circunstancias. Tampoco significa que vaya a
negar nuestra petición. Él quiere que tengamos una relación personal y cercana
con Él, independientemente de cómo responda a nuestras oraciones; debemos
amarle simplemente porque Él es Dios. Piensa en la razón por la que amas al
Señor, y pídale que te ayude a sentir amor incondicional por Él.
(De Encontacto.org)
No hay comentarios:
Publicar un comentario