Te invito a que leas a Génesis 20.1-16…
A pesar de las apariencias, los perversos no tienen el
control de nuestro mundo; Dios lo tiene. ¿Cómo responde nuestro soberano Señor
al pecado?
A veces, Él permite que el pecado llegue hasta el final.
Después del éxodo, el Señor prometió al pueblo de Israel abundantes bendiciones
si eran obedientes (Salmos 81.10).
Cuando desobedecieron
una y otra vez, “los entregó a la obstinación de su corazón” (Salmos 81.12). Dios permaneció en
control, pero eligió dejar que la nación experimentara las consecuencias de la
rebelión. Él trata con las personas de la misma manera (Romanos 1.24,28). Pero al dejar fuera a
Jesucristo, el resultado final del pecado es la muerte eterna (Romanos 3.23).
Otras veces, Dios detiene completamente la conducta
pecaminosa. Cuando Abraham mintió acerca de que Sara era su esposa, el rey de
Gerar la trajo a su casa para hacerla de él. La mentira de Abraham —“ella es
mi hermana”— puso al rey en peligro. Dios intervino e impidió que otra acción
pecaminosa tuviera lugar. Para los creyentes, Dios limita la intensidad, la
gravedad y el tiempo que tenemos para lidiar con las tentaciones (1 Corintios 10.13). Pero, para
quienes han rechazado a Jesucristo, no hay tal promesa.
Para creer que el Padre celestial es soberano, debemos
aceptar ciertas verdades: sus pensamientos y sus caminos son más altos que los
nuestros (Isaías 55.8, 9); Él siempre cumple sus
promesas (2 Corintios 1.20); su carácter perfecto
es inmutable (Santiago 1.17); y Él tiene control
sobre todo, incluyendo tiempos de bendición y de desastre (Isaías 45.7).
La próxima vez que enfrente los efectos del pecado, recuerde
estas importantes verdades y busque a Dios con fe.
(De Encontacto.org)
(De Encontacto.org)
No hay comentarios:
Publicar un comentario