Meditación 20.09.17
1 Pedro 3.13-18 “¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? Mas
también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois.
Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino
santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados
para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande
razón de la esperanza que hay en vosotros; 16 teniendo buena
conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean
avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Porque
mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere,
que haciendo el mal. Porque también Cristo padeció una sola
vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a
la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu”.
A todos nos gustaría dar testimonio de Cristo. Si
exhibimos su justicia, amor, paciencia y alegría al tratar a los demás, es
lógico pensar que serán atraídos por Jesús. Sin embargo, mientras que esto es
cierto para algunos, muchos tienen una reacción opuesta.
El Señor llamó a los creyentes la luz del mundo, y dijo
que debemos dejar que nuestra luz brille para que otros vean nuestras buenas
acciones y glorifiquen a Dios (Mateo 5.14-16). Pero también dijo: “Todo
el que hace lo malo aborrece la luz” porque revela su pecado (Juan 3.20 NVI). Luego, el Señor Jesús advirtió que si los hombres lo perseguían a Él,
también perseguirían a sus discípulos (Juan 15.20).
La historia ha demostrado que las palabras de Cristo son
verdaderas. Fue odiado y crucificado, todos sus discípulos, excepto Juan,
sufrieron el martirio, y a lo largo de la historia los cristianos han sido
perseguidos en numerosos lugares alrededor del mundo.
Aunque la conducta de los creyentes y la predicación del
evangelio no siempre ganan a los perdidos, muchos se han convertido al ver cómo
han sufrido los cristianos. El
libro de los mártires de Foxe habla de los creyentes que ofrendaron
voluntariamente sus vidas —incluso cantando, orando y alabando a Dios mientras
enfrentaban muertes espantosas. En algunas partes del mundo hoy, los creyentes
siguen siendo testigos fieles de Cristo con su manera de responder a la
persecución y al sufrimiento.
Aunque la mayoría de nosotros no estamos enfrentando un
odio intenso, nuestra vida puede ser motivo de irritación para quienes viven en
las tinieblas. Cuando enfrentamos calumnias, burlas o maltratos por nuestra
fe, recordemos que una respuesta piadosa puede ser nuestro testimonio más
efectivo.
(De Encontacto.org)
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