Meditación 4.9.17
Te
invito a leer en Génesis 16…
Dios responde las
oraciones de una de estas tres maneras: “sí”, “no” o “sí, pero todavía no”. La
última respuesta parece ser la que más tememos, aún más que al rotundo “no”.
Pero la paciencia es un principio bíblico importante que las Sagradas
Escrituras enfatizan una y otra vez en historias, salmos y epístolas.
Siempre es más
sabio esperar que el Señor abra una puerta, a intentar abrirla nosotros mismos, aunque la demora haya sido larga.
Después que Dios había prometido un hijo (Gn. 12.2), Abraham vivió 25 años con la respuesta de “todavía no”. Después de ese
cuarto de siglo, la respuesta fue finalmente “sí”. Pero, mientras tanto,
Abraham y Sara urdieron su propio plan para tener un heredero: Agar, la criada
de Sara, procreó a Ismael. La pareja debió haberse convencido de que estaban
“ayudando” a Dios a cumplir su profecía, pero, en realidad estaban
desobedeciendo, y las consecuencias fueron desastrosas. El resentimiento y
la animosidad afectaron a todos los miembros de la familia (Gn 16.4-6; Gn 21.9,10). Además, los descendientes de Ismael vivieron en enemistad permanente con
sus parientes vecinos, y esa hostilidad se mantiene hasta hoy en el Oriente
Medio (Gn. 9-14; 25.18).
Mientras somos
pacientes, Dios prepara la oportunidad al otro lado de una puerta cerrada. Inclusive si pudiéramos conseguir a la
fuerza lo que quisiéramos, manipulando las circunstancias, no estaríamos
contentos con lo que lograríamos. Tenemos contentamiento y gozo solo cuando
hacemos la voluntad de Dios en el momento preciso que Él ordena. Las
bendiciones que encontramos al otro lado de una puerta cerrada, bien valen
la espera.
(De Encontacto.org)
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