Meditación 5.6
Mateo 7.7-11 "Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Ustedes, siendo malos, saben dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?"
Hoy vemos una de las promesas más generosas de Dios. No solo es venir a Él con nuestras peticiones, sino que hay promesa de responder nuestras oraciones. Pero pudieras pensar: “Si esto es cierto, ¿por qué no me ha dado lo que pedí?”.
Los versos 9-11 son clave para entender este pasaje: ¿Qué hombre si su hijo le pide pan, le dará una piedra?... Si, siendo malos, saben dar buenas dádivas, ¿cuánto más su Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Piense en la crianza de sus hijos. Un niño puede querer el juego de video más reciente, pero su padre sabe que un regalo diferente sería mejor para él. De la misma manera, nuestro Creador está más consciente de nuestras necesidades que nosotros mismos (Mt. 6.8).
Por falta de madurez espiritual, o por limitaciones de la condición humana, podemos pedir lo que consideramos bueno y necesario, cuando en verdad no es lo mejor para nosotros. Nuestro Padre da lo que sabe que es beneficioso.
Muchas de sus dádivas son cualidades intangibles de un carácter cristocéntrico, que se desarrolla por medio de pruebas. Pudiéramos sentir como si Dios nos diera una serpiente en vez de un pescado, pero el problema está en nuestra falta de discernimiento, no en la bondad de Dios.
Cuando parezca que sus peticiones no están siendo respondidas, recuerde que Dios es un Padre amoroso, y considere las cosas buenas que Él le está dando. Con el tiempo dirá: “Señor, tenías razón. Gracias por haberme dado exactamente lo que necesitaba”.
(De Encontacto.org)
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