Jueves 11.5.17
Éxodo 32:1-4 "Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y Aarón les dijo: Aparten los zarcillos de oro que están en las orejas de sus mujeres, hijos e hijas, y traédmelos. Todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; y él los tomó, y le dio forma con buril, e hizo un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto".
Algunos "errores" son simplemente errores: conducir en dirección equivocada, olvidarse poner la alarma, quemarse la comida, mal cálculo de la cuenta bancaria… Pero hay actos que van mucho más allá, a los que Dios llama pecado. Cuando Dios le preguntó a Adán y a Eva por qué habían desobedecido, de inmediato, se culparon el uno al otro (Gén.3:8-13). Aarón negó su responsabilidad con el becerro de oro. Explicó a Moisés: "me dieron oro, lo eché en el fuego, salió este becerro» (Éx.32:24)… "Oh, errores".
Es más fácil culpar a otro, que admitir nuestros errores. Así de peligroso es también minimizar nuestros pecados, llamándoles «simples errores», y no reconociendo su verdadera naturaleza, ni consecuencias.
Asumir responsabilidades, reconocer nuestros pecados y confesarlos, y el Señor será "fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Jn.1:9).
Confesemos nuestros "errores" al Padre, y recibiremos perdón, restauración y bendición!
Wilda.
(Fuente de ref: Nuestro Pan Diario)
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