Meditación 29.5
Filipenses 1.5-7 "Por su
comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora; estando persuadido
de esto, que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el
día de Jesucristo; como me es justo sentir esto de todos ustedes, por cuanto
los tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del
evangelio, todos ustedes son participantes conmigo de la gracia".
La senda de
cada cristiano es única. Pero ciertas etapas del crecimiento deben ser
comunes a todos los creyentes. Por ejemplo:
1. Dios
quiere enseñar principios básicos a sus hijos, como fundamentos para crecer. Él expresa estas verdades por medio de
otros creyentes, de su Palabra y de las circunstancias de la vida.
2. El
Señor permite servirle. Fuimos creados para buenas obras, lo cual se vuelve
evidente a medida que los cristianos crecen y usan sus talentos para glorificar
a Jesús (Efesios 2.10).
3. Dios
permite experimentar “frustración por insuficiencia”. El orgullo y la confianza
en uno mismo son amenazas para el crecimiento espiritual. Nuestro Padre
celestial nos lleva a un punto en el que nos damos cuenta de que no podemos
hacer nada sin la gracia y poder de Dios.
Para
lograr que la libertad sea realidad, el Padre hará que sus hijos se enfrenten a
lo que los tienen cautivos. Muchas veces arrastramos heridas, temores y otro
“bagaje” desde la niñez, y no sabemos cómo superarlos. Dios permite que
enfrentemos esos problemas con su ayuda. Cuando le entregamos nuestros
problemas y buscamos su perspectiva, Él actúa para liberarnos.
El Señor
enseña cómo vivir la “vida transformada” (Gálatas 2.20). Nuestra naturaleza
pecaminosa ha sido crucificada con Cristo, y la vida del Salvador se expresa a
través de nosotros cuando nos rendimos a la influencia del Espíritu.
Quizá pueda
notar un aspecto en el que Dios necesite todavía trabajar en su vida. Ríndase al Espíritu Santo, y pídale que le ayude a ser
más como Cristo.
(De Encontacto.org)
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