Meditación 28/12/16
Colosenses 2.13-14
"Y a ustedes, estando muertos en pecados y en la
incircuncisión de su carne, les dio vida juntamente con él, perdonándoles todos
los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros,
que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz".
Aunque
muchos cristianos saben que son salvos, tienen preguntas en cuanto a su
seguridad eterna. ¿Nuestra salvación depende de
nuestra conducta? Jamás! Examinar lo que sucedió cuando recibimos a
Jesús como nuestro Salvador nos dará garantía por la seguridad que pongamos en
Él.
Antes
de ser salvos teníamos un problema espiritual. Nacimos con una naturaleza
inclinada a rebelarse contra Dios. Por nuestra condición pecaminosa estábamos
muertos espiritualmente (Efesios 2.1), bajo el juicio de
Dios y destinados a la separación eterna de Él. Ninguna
cantidad de buenas obras, de arrepentimiento o de buena conducta podrán cambiar
nuestra condición pecaminosa. Era necesaria una solución divina. Sabiendo esto, nuestro Padre celestial proveyó lo que
necesitamos por medio de su Hijo Jesucristo (Hebreos 9.11-14).
El
día que ponemos nuestra fe en Cristo, nuestra situación cambia de condenación y
muerte a perdón y vida (Juan 5.24). Recibimos una nueva naturaleza
deseosa de agradar a Dios y somos adoptados en su familia (2 Corintios 5.17).
El regalo divino de la salvación nos libra de la
muerte eterna, y nos da vida espiritual y vida eterna. Nuestra nueva
condición de hijos de Dios es permanente porque se basa en lo que el Señor
Jesús ha hecho.
Recuerde que no son nuestras acciones sino la obra de Cristo en
la cruz lo que cambió nuestra condición.
(De Encontacto.org)
No hay comentarios:
Publicar un comentario