viernes, 2 de diciembre de 2016

"El costo del discipulado"

Meditación 2/12/16

Mateo 10.24-42 "El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa? Así que, no los teman; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. Y no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun sus cabellos están todos contados. Así que, no teman; más valen ustedes que muchos pajarillos. A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos. No pienses que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. El que a ustedes recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa".

La salvación es un regalo de Dios. Se obtiene por medio de la fe en Jesucristo, quien hizo todo lo necesario para lograr nuestro perdón y la reconciliación con el Padre celestial. No podemos añadir nada a esta transacción; nuestra parte es simplemente creer.
Pero, a partir de ese momento, cada uno debe tomar su decisión: Seguir a Cristo o hacer lo que quiera. Si limitamos nuestro cristianismo al simple hecho de sentarnos en la iglesia los domingos, nos perderemos de la aventura más grande de nuestra vida. Ser discípulo de Cristo requiere que nos involucremos activamente en nuestra relación con Él, y en el servicio a los demás.

El Señor nunca dijo que sería fácil seguirle. Dijo claramente que requeriría abnegación, sacrificio y sufrimiento. Con esa descripción, no es de extrañar que muchos creyentes hayan tratado de hacer del cristianismo un espectáculo.

Seguir a Cristo significa permitir que Él dirija nuestra vida. Renunciar a nuestro derecho de hacer lo que queramos para someternos a su voluntad, aunque sea difícil o no se ajuste a nuestras preferencias. Si no entendemos lo bueno, amoroso y sabio que es nuestro Dios, andar en su voluntad puede atemorizarnos o incluso parecernos una tontería.

Pero quienes se niegan a sí mismos para seguir a Cristo descubren que no pierden nada y lo ganan todo. Aun cuando sus seguidores se encuentren en una temporada de dolor y sufrimiento, el Señor les da paz interior y gozo que trasciende las circunstancias. ¿Está usted siguiendo a Cristo? Su estilo de vida, palabras y actitudes revelan quién gobierna realmente su vida.
(De Encontacto.org)

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