Meditación 29/9/16
Juan 14.23 "Respondió Jesús y le dijo: El que me
ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos
morada con él".
A pesar de la vasta experiencia de
Pedro como pescador, regresó de una noche de trabajo sin nada que mostrar por
sus esfuerzos. Es muy posible que la petición del Señor,
de que echara las redes una vez más, le
pareciera poco razonable; después de todo, Pedro y sus compañeros eran los
profesionales. No obstante, el pescador obedeció, y su obediencia bendijo a
muchos.
La Biblia demuestra que los planes
divinos a menudo desafían la lógica humana. Por ejemplo, ¿quién haría un
plan de batalla que implicara solo marchar y gritar? Dios le dijo a Josué
que conquistara Jericó de esa manera, y al hacerlo tuvo éxito (Josué 6.1-5).
Moisés es otro ejemplo. Cuando se sintió
inseguro de su potencial como líder, el Señor lo tranquilizó de una manera
insólita, diciéndole que arrojara su vara al suelo. Cuando Moisés obedeció,
Dios confirmó de una manera admirable que lo había escogido como líder (Éxodo 4.1-3).
Nuestro Padre celestial puede pedirnos
que hagamos algo que parece ilógico,
como tal vez aceptar una mayor responsabilidad cuando teníamos la esperanza de
reducir nuestra cantidad de trabajo; o dejar una posición que Él nos había dado
recientemente; o asumir una tarea para la que nos sentimos poco capacitados.
Pero debemos seguir adelante con obediencia, sin importar cuán ilógica pueda
parecer su petición.
Para comprender la importancia de
obedecer, piense en los niños que reciben instrucciones de sus padres o
maestros. Es necesario que los escuchen con atención para hacer correctamente
la tarea. Algunos pasos pueden parecer sin sentido, pero su justificación se
hace clara después. (De
Encontacto.org)
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