Lunes 01/08/2016
"Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño. (Salmos 32:1-2)
Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él. Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás". (Salmos 32:5-7)
Qué bien nos sentimos cuando nos perdonan! Verdad que si?! O cuando no nos culpan de cosas pecaminosas...
Ahora bien, para que eso pueda fluir de ese modo:
1. debemos ir delante de Dios (no delante de hombres...por favor), y decirle nuestras faltas.
2. Orarle a nuestro Dios, mientras podamos (orar nosotros mismos... no ningún otro por nosotros).
Dios -el perfecto y único refugio-; el que mejor nos guarda!
Dios te bendiga en este bello y nublado lunes!
WMV
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