Meditación 12.7.16
Nehemías 2.1-8 "Sucedió en el mes de Nisán, en el año 20 del rey
Artajerjes, que estando el vino delante de él, tomé el vino y lo serví al rey.
Y como yo no había estado antes triste en su presencia, me dijo
el rey: ¿Por qué está triste tu rostro? pues no estás enfermo. No es esto sino
quebranto de corazón. Entonces temí en gran manera. Y dije al rey: Para siempre
viva el rey. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los
sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego?
Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos, y dije al
rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a
Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré. Entonces el
rey me dijo (y la reina estaba sentada junto a él): ¿Cuánto durará tu viaje, y
cuándo volverás? Y agradó al rey enviarme, después que yo le señalé tiempo.
Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los
gobernadores al otro lado del río, para que me franqueen el paso hasta que
llegue a Judá; y carta para Asaf guarda del bosque del rey, para que me dé
madera para enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la
ciudad, y la casa en que yo estaré. Y me lo concedió el rey, según la benéfica
mano de mi Dios sobre mí".
El
desánimo puede robarnos paz, alegría y optimismo. Pero le tengo una gran
noticia si se siente desanimado: ¡No tiene que seguir así!
He
conocido personas que parecían estar en una situación irremediable. Pero años
más tarde, estaban en una situación excelente, ya fuera en términos de sus
circunstancias o de sus emociones. ¿La razón? Nunca se dieron por vencidas. En
vez de entregarse a la autocompasión, optaron por creerle a Dios, dar un paso
de fe y salir del foso emocional.
Nehemías
es un buen ejemplo. Tenía todas las razones para sentirse derrotado, ya que su
pueblo estaba mal. Después de recibir la noticia de que el muro de la ciudad
estaba destruido, este varón de Dios se sintió muy triste y desanimado. Pero
hacerlo era peligroso, porque estar triste en presencia del rey se castigaba
con la muerte.
Aunque el dolor inundaba su alma, Nehemías no se permitió quedarse en
ese estado. Clamó a Dios por dirección, y Él le
respondió con un poder maravilloso, haciendo que el rey notara el
semblante triste de su siervo, y le preguntara qué podía hacer para ayudarlo.
Este milagro llevó a la reconstrucción del muro y al rescate del pueblo de
Dios.
El Señor puede tomar una situación irremediable,
sea cual sea, y cambiarla de maneras mucho más maravillosas de lo que usted
pueda imaginar. ¿Espera usted con ilusión lo que hará el Señor?
¿O ha decidido permanecer en la profundidad de la desesperación? Al igual que Nehemías, convierta su
desánimo en una petición de ayuda a Dios. Él puede renovar sus esperanzas
y evitar que las emociones negativas dominen su vida.
(De Encontacto.org)
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