Meditación 05/07/16
1 Timoteo
1.18-19 "Este mandamiento,
hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron
antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia, manteniendo la fe y
buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe
algunos".
El Señor da a cada
persona una conciencia, la cual es como un
sistema de radar destinado a enviar advertencias cuando ciertas
conductas o decisiones pudieran ser perjudiciales. Esto hace posible que la
persona pueda distinguir entre lo malo y lo
bueno, especialmente en lo relacionado con su vida. Si ignoramos nuestra conciencia, lo hacemos a nuestro
propio riesgo.
En el
creyente, la conciencia es una herramienta del Espíritu Santo, programada con los principios de la Palabra de Dios
y la agudiza para que responda con rapidez. Aun así, el único propósito de
este radar es enviar una señal. Lo que suceda
después es cosa nuestra. O bien ignoramos
la advertencia, o bien escuchamos lo
que el Espíritu quiera decirnos sobre la situación que atravesamos. El Espíritu
Santo revela la voluntad de Dios o nos recuerda sus principios para que podamos
tomar una decisión acertada gracias a esta alarma en nuestra conciencia.
La carta de Pablo a
Timoteo menciona a personas que habían rechazado la guía de Dios —no habían
prestado atención a la alarma de su conciencia, y el resultado fue el naufragio
de su fe. Cuando en el radar aparece algo que habla
de desobediencia a Dios, tenemos que rechazar lo que pensamos hacer. Si
no, este mecanismo de detección se deteriorará y no funcionará bien. Si seguimos ignorando la alarma, al final no sonará
más.
Todos conocemos a
personas que han “encallado” en la vida. El
naufragio de la fe es inevitable cuando el cristiano ignora su conciencia y
justifica o defiende su desobediencia. Es mucho mejor que usted
se vuelva al gran capitán de su alma, Jesucristo. El Espíritu Santo le guiará
bien.
(De Encontacto.org)
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