Meditación 03.06
Hageo 2.6-9 "Porque
así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos
y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las
naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria
esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mía es la plata, y mío es el oro,
dice Jehová de los ejércitos. La gloria postrera de esta casa será mayor que la
primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice
Jehová de los ejércitos".
Dios tiene maneras de sacudir al mundo cuando se propone hacer algo
grande. Por ejemplo, hizo temblar literalmente a la Tierra cuando Jesús murió
en la cruz, y también cuando el Espíritu Santo vino en Pentecostés (Mateo 27.51). No hubo nada casual en la actividad sísmica que
acompañó a estos dos hechos. Y fueron mensajes nada sutiles: ¡Presten
atención, porque están sucediendo cosas importantes!
Es posible que la Tierra no esté temblando hoy, pero Dios está, sin
duda, moviendo algunas cosas. Está
dejando que las alianzas políticas, los sistemas financieros y los patrones
éticos se tambaleen. Estamos viendo la poca solidez y el deterioro de
las estructuras sobre las cuales hemos basado el orgullo y la esperanza
nacionales. Las familias están en crisis, y muchos matrimonios
están colapsando. Lamentablemente, la
gente ha construido su vida sobre los débiles fundamentos de la sabiduría,
bondad e ingenuidad humanas. Pero hay solo un fundamento seguro: Jesucristo (1 Corintios 3.11).
Dios
tiene siempre un propósito al permitir sacudidas en su ordenada creación. Entre
otras cosas, está sacudiendo a la iglesia de su apatía y enfoque en sí misma,
recordando a los creyentes que no deben confiar en las inestables
estructuras de este mundo, sino descansar en el firme y seguro fundamento
provisto por el amor, la salvación y el reino de Dios.
Como embajadores del Señor en el mundo, y los únicos que estamos sobre
terreno firme, tenemos la responsabilidad de ofrecer verdadera esperanza a
aquellos que han perdido el rumbo. Ningún
trabajo, gobierno, o religión, pueden darle a una persona seguridad por mucho
tiempo. El único
refugio perdurable es una relación con el soberano Señor Jesucristo.
(De Encontacto.org)
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