Meditación
1.4
Marcos
10.46-52 "Entonces
vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran
multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino
mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a
dar voces y a decir: !!Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos
le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David, ten
misericordia de mí! Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al
ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando
su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres
que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le
dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a
Jesús en el camino".
El
tiempo, bien muy preciado en nuestra apresurada sociedad, también un regalo de
enorme valor que podemos dar a los demás.
Jesucristo
fue el mejor modelo a seguir en cuanto al manejo equilibrado del tiempo. Tuvo
asuntos de suma importancia de los cuales ocuparse y, sin duda, su prioridad
fue hacer la voluntad del Padre (Juan 6.38);
sin embargo, en ninguna parte de la Biblia encontraremos un versículo que diga:
“Corrió a Betania”, o “regresó apresuradamente a Galilea”. Dondequiera que iba
era sensible a las necesidades de las personas a su alrededor, a las que
ayudaba con amor. Nunca estuvo demasiado ocupado para no ser interrumpido.
Justo
antes de ir a la cruz para llevar a cabo la obra más importante de su vida,
Jesús se detuvo para ayudar a un pobre mendigo ciego, que era un don nadie a los ojos de
la sociedad. Aunque la redención de la humanidad era de vital importancia, el
Señor se preocupó lo suficiente por el sufrimiento de una humilde persona, como
para detenerse y aliviar su sufrimiento.
Si el Señor permitió ser interrumpido en el camino a la cruz,
¿no se detendrá también para escuchar cuando le clamemos en nuestra angustia? Él nunca
está demasiado ocupado gobernando el universo como para dejar de escuchar el
clamor de sus hijos.
Para
seguir el ejemplo de Jesús, tenemos que preguntarnos: ¿Estoy dispuesto a ser
interrumpido? Somos
administradores de todo lo que Dios nos da, incluyendo nuestro tiempo. Considere
este valioso bien un recurso para ser utilizado con amor cuando tenga que
tender una mano de ayuda, tal como lo hizo Cristo. Hoy, dedíquele tiempo a alguien que lo necesite.
(De Encontacto.org)
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